Buenos días. Me llamo Tooru Honda. Mi madre, que me crió ella sola murió en mayo… por eso vivo en una tienda de campaña en secreto. No puedo decir que mi vida sea el paraíso, pero… estoy bien así. Pase lo que pase no me desanimaré.
Parece que hoy también hará calor.
- Es hora de ir a clase. Mamá cuida de la tienda. Hasta la vuelta – como cada mañana me despido de la foto de mi madre.
Como hoy tengo algo de tiempo, creo que podré ir por otro camino hasta la escuela. De pronto me paro.
- ¡Ahí va! ¿Y esta casa? No sabía que viviera nadie por aquí.
Parece un sitio muy agradable. Escucho el sonido de una campañilla agitada por el viento. En el porche hay unas figuritas de los doce signos del zodíaco. ¡Qué monada!
- Vaya, vaya…
¡Había alguien en la casa! De pronto, frente a mí aparece un chico muy guapo, vestido con un kimono, que sostiene un periódico.
- ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este? – me pregunta.
- Buenos días. Lo siento, he visto las figuritas y… - medio tartamudeo yo.
- Puedes mirarlas todo lo que quieras. Las he sacado para que les dé el aire; aunque puede que te resulten algo aburridas – me dice sonriendo.
Es realmente guapo. Tiene los ojos y el pelo de un negro muy oscuro y unos rasgos muy atractivos.
- Al contrario – digo yo. – ¡Estas figuritas del zodíaco chino son adorables!
- ¿Verdad? A mí también me lo parecen – dice él.
- Pero falta el gato… - digo dándome cuenta de pronto.
- ¿El gato? ¿Estás hablando del gato que aparece en la antigua leyenda?
- Sí. Mamá solía contármela de pequeña.
“Érase una vez… - me contaba mi madre - un dios llamó a los animales a su presencia. Les dijo: “Os invito a una fiesta que celebraré mañana. Procurad no llegar tarde”. Cuando se enteró el ratón, que era muy travieso, fue a ver a su vecino el gato… y le engañó diciéndole que la fiesta sería dos días después. El día de la fiesta, el ratón engañó al buey para subirse en su lomo y así llegar el primero. Después acudieron el resto de los animales, uno detrás de otro; y la fiesta duró hasta el amanecer. Pero el gato, engañado, se quedó sin ir.
- ¿Por qué lloras Tooru? – me preguntó mi madre.
- Pobre gato… Pobrecito… - decía yo mientras lloraba. - ¡Decidido! ¡A partir de ahora me haré del signo del gato! ¡Ya no seré del signo del perro!”
- El gato siempre ha sido mi favorito – le digo al chico.
- ¿De verdad…? Me pregunto qué cara pondría si te oyera – dice él.
- ¿Quién? – le pregunto yo, sin entender a que se refiere.
- ¿Así que eres del año del perro? Ya decía yo que te notaba algo especial. ¿Tú no lo sientes? ¿Sabes? Resulta que yo soy pe…
Un fuerte golpe en la cabeza del chico le impide terminar la frase.
- Ay… - exclama.
- ¿Es que no vas a escarmentar nunca? – dice una voz masculina.
Me he quedado de piedra, ¿se encontrará bien?
- ¡Eso ha dolido! – exclama el chico - ¿Qué llevas en la cartera? ¿Piedras?
- Dos diccionarios – responde el otro. - ¿Te encuentras bien, Tooru? ¿Ha intentado hacerte algo mi primo?
¡Eeeeehhhhhhhhhhhhh!
- Yu… Yuki Soma… Bu… ¡¡Buenos días!! – lo saludo.
- Buenos días - me responde él.
- Ni que fuese un pervertido, Yuki – le dice el otro chico que parece un poco ofendido.
- ¡Tooru Honda! ¡Exijo una explicación! – la que me grita es una chica de mi clase, Minami Kinoshita. - ¡¿Cómo es que has llegado al instituto acompañada de Yuki Soma?!
- Me lo encontré por casualidad… - no sé qué decirle. – No… no lo hice a propósito.
- ¡¡Si “no lo he hecho a propósito” fuera una excusa válida, la policía no tendría trabajo!! – dice ella que está muy cabreada.
Alguien dice que dejemos de armar follón en los pasillos.
Pero, es verdad,… Yuki Soma: inteligente, elegante y guapo. Su pelo y sus ojos grisáceos, sus delicados rasgos, más hermosos que los de cualquier chica, su complexión física… todo en el parece perfecto. Aunque todavía va a primero, es el príncipe del instituto.
- ¡Te has aprovechado de su amabilidad para engatusarle! – sigue diciéndome. - ¡¡No te lo tengas tan creído!!
- Vosotras… Tooru os ha dicho que fue casualidad. No intentéis buscarle los tres pies al gato – de pronto han llegado mis amigas.
- Hola Uo, hola Hana – las saludo yo. – Buenos días.
- ¿Piensas que nos asustas con tus amenazas, macarra? ¿Quién te crees que eres? – le dice Kinoshita a Uo.
- Os haré biiip con mis ondas venenosas – estas palabras de Hana bastan para que Kinoshita salga corriendo.
- Muchas gracias… - les digo yo mientras Uo me abraza.
- Vaya mal trago, mi niña… Ya pasó todo – me dice Uo. – Déjalas en paz Hanajima – le dice a mi otra amiga.
FLASHBACK
- ¡Anda! ¿Yuki va a tu misma clase? – pregunta el chico. – Yo soy Shigure Soma, el primo de Yuki.
- Encantada, me llamo Tooru Honda.
- ¿Qué haces aquí Tooru? – me pregunta Yuki.
- Ah… es que … vivo por aquí cerca.
- ¿Vives cerca de aquí? Vaya… - dice Shigure.
- Da igual… se nos hace tarde – dice Yuki. – Ya que estás aquí, podríamos ir juntos hasta el instituto.
FIN DEL FLASHBACK
- Me puse muy nerviosa – digo. – Yuki Soma es tan guapo que me quedé sin palabras; ni siquiera pude hablarle con normalidad.
- El aura de ese chico… emite unas hondas muy extrañas – dice Hanajima mientras mete el cuchillo en la funda.
- Ya estás otra vez con tus ondas electromagnéticas – le dice Uo.
- ¿Cómo de extrañas? – le pregunto.
- No sabría explicarlo…
- La verdad es que es bastante misterioso. Nunca cuenta nada de sí mismo. El otro día se le declaró una chica de segundo e intentó abrazarle… y cuando quiso darse cuenta, ella estaba en el suelo y él se escaqueó – dice Uo.
- No lo sabía… - digo yo. - ¿Por qué reaccionaría así?
- Por eso digo que es extraño – dice Hana.
- Bah… Seguro que es lo que inflama el corazón de sus fans – dice Uo.
- ¡Vosotras tres! ¡Menos hablar y más trabajar! – nos dice la profesora de economía doméstica.
- No seas plasta… - dice Uo. - ¿No ves que ya hemos terminado?
- ¡¡A mí no me hables así!! ¿Te crees que no sé que todo esto es obra de Tooru? – le recrimina la profesora señalando nuestros platos del almuerzo.
- El arroz ya está listo – dice Hana.
- Hanajima y yo vamos de compras esta tarde. ¿Hoy también trabajas? – me pregunta Uo cuando la profesora se marcha.
- Pues sí…
- Es un palo que prometieras pagar la matrícula del instituto tú misma – me dice Hana. – Pero la matrícula no es tan cara, no hace falta que trabajes tanto. Este es un instituto público.
- ¡Es que quiero emanciparme en cuanto termine el instituto! ¡Por eso tengo que empezar desde ahora! – les digo.
- Mierda… siempre que te oigo me deprimo… Come Tooru. Mi comida te dará fuerzas – me dice Uo.
- Vale…
- Arisa, esto lo ha preparado Tooru – añade Hana. – Por cierto, ¿sigues viviendo en casa de tu abuelo?
- ¡¡Pues sí!! – contesto rápidamente. La pregunta me ha pillado un tanto desprevenida.
- ¿Te dan bien de comer? Espero que no te quiten parte del sueldo que ganas – dice Hana mientras come.
“No puedo contárselo… Si se enteran de que vivo en una tienda de campaña… Uo es capaz de entrar en casa de mi abuelo con la moto y todo.”
Cuando me dirijo a los casilleros de los zapatos me encuentro con la persona que menos me esperaba. Me apresuro a disculparme.
- ¡¡Yuki Soma!! Siento lo de esta mañana…
- Lo mismo digo – me dice él. – Siento que Shigure te molestase.
- ¡No me molestó! – me apresuro a decir. - ¡Es un apersona muy agradable! Me dejó ver las figuritas de los doce signos del zodíaco.
- Ah, sí… ¿Por eso hablabas de pasarte al “signo del gato”?
- De pequeña era bastante rara… - le digo sonrojándome.
- Ya lo creo – son sus palabras. – El gato es un imbécil. No le aguanto.
- ¿Eh? - ¿No le aguanta?
- Por cierto Tooru… - dice de pronto cortando el hilo de mis pensamientos, mientras caminamos hacia el exterior del recinto del colegio. - ¿Conoces la verdadera historia de los doce signos? Al principio, los usaban sólo para calcular el tiempo en calendarios o relojes. Más tarde, unos astrólogos los combinaron con los principios del yin y el yang, los poderes de los cinco elementos y el feng shui para usarlos como métodos de adivinación.
- Entonces… ¿los animales no tenían nada que ver? – le pregunto.
- No – es su respuesta. – Aunque no está claro… cuándo ni por qué añadieron las formas de los animales. De todas maneras, eso prueba que el gato nunca fue parte de los doce. Personalmente, creo que así es mejor. ¿Para qué querría nadie ser parte de los doce? El gato es un idiota.
- Pero… - le digo; “la verdad es que no entiendo lo que quiere decirme”. – Entonces… ¿No te gusta el gato?
La luz del crepúsculo se refleja alrededor de su silueta y le hace brillar de una forma cálida, pero su sonrisa y su expresión son frías como el hielo. Me mira sin responder. De pronto la campana del colegio suena y me doy cuenta de la hora que es.
- ¡¡AAAHH!! ¡¡Mira la hora!! ¡¡Tengo que marcharme!! Perdona – le digo con prisa, - debo irme a trabajar. ¡Voy a llegar tarde!
- Tooru… – me llama él. – Me di cuenta esta mañana… No tienes buena cara. Todavía hace calor, deberías cuidarte más – me dice mientras me pasa la mano por la frente mientras sostiene una hoja de un árbol que cogió antes. Está demasiado cerca; no puedo evitar sonrojarme. – Adiós… Nos vemos mañana – dice alejándose.
“Qué chico tan extraño…; creo que entiendo por qué todos piensan así… Es tan guapo que deja sin aliento…”.
De detrás de unos árboles me llegan unas voces espeluznantes que me ponen los nervios de punta:
- Otra vez… ¿Quién te crees que eres? ¡¡No te aproveches de la amabilidad de Yuki Soma!! – me espetan Minami Kinoshita y otras miembros de Príncipe Yuki, el club de fans de Yuki Soma.
- ¡¡No lo hago!! – respondo; pero es obvio que diga lo que diga ellas seguirán en sus trece.
“Deberías cuidarte más…” Sus palabras todavía resuenan en mi cabeza. Lo siento mucho Yuki, pero no puedo hacerte caso. Mamá siempre se esforzó mucho más que yo. Papá murió de una enfermedad cuando yo tenía tres años y mamá tuvo que trabajar sin descanso para mantenernos a las dos. Mamá me cuidó siempre. Siempre fue energética y alegre… nadie se imaginaba que moriría en un accidente. Luego hubo problemas para decidir con quién viviría yo; todos ponían excusas “que si yo tengo a mis suegros en casa”, “que si mi casa es muy pequeña”,… Al final acabé viviendo con mi abuelo paterno; está jubilado y no quiero ser una carga para él, así que le prometí que correría con mis propios gastos. Todo eso pasó en mayo; cuatro meses después…
“ - Mi hija y su familia vendrán a vivir con nosotros, así que habrá que hacer reformas en la casa – me dijo el abuelo. – mientras tanto yo viviré en el apartamento de mi hija. ¿Crees que podrías quedarte en casa de una amiga?”
Uo vive en un estudio con su padre y en casa de Hana son cinco en la familia. No quería molestarlas durante los meses que durasen las reformas.
“ - ¡Está bien abuelo! – le dije.”
De todas formas un día u otro acabaré viviendo sola. ¡¡Es una buena oportunidad para aprender a soportar los golpes de la vida!! ¡Eso es! ¡¡Cualquier situación tiene un lado malo y otro bueno!! ¡¡Aunque viva en una tienda que compré en las rebajas por no tener dinero para más!!
- Señoras, a ver si acabamos el trabajo… - dice uno de los empleados de la oficina.
- Enseguida – respondo yo mientras recojo las bolsas de basura que hay que tirar.
Aunque ahora en lugar de vendedores a domicilio me vienen a visitar insectos. Aunque hace unos días el viento casi se la lleva volando…
- Pase lo que pase,… ¡mi casa es mi castillo! – digo mientras sigo limpiando con un paño.
- Desde que esa chica entró a trabajar, estamos la mar de tranquilas – comenta una de las otras empleadas de la limpieza; aunque sumergida en mis pensamientos yo no me doy cuenta.
- Se nos ha hecho tarde – le dice Shigure a Yuki mientras caminan de regreso a casa. – Estoy harto de restaurantes a domicilio todos los días – se queja.
- Pues entonces prepara la cena, Shigure – le dice Yuki.
- ¿No eras tú el que se quejaba de mis platos?
- Y con razón – le espeta este. - ¿A quién se le ocurre ponerle lechuga a la sopa?
- Pues tú serás muy listo Yuki, pero eres incapaz de hacer nada en casa – le reprocha Shigure. – Necesitamos una florecilla que venga a alegrar nuestra vida de solteros.
En realidad se refiere a una mujer.
- Ojalá fuera tan sencillo, Shigure… - dice Yuki.
- ¡Es que un hombre no es un hombre si no tiene a…! – comienza a decir Shigure. – Anda…¿Esa que va por ahí no es Tooru? – dice señalando otro camino a través de los árboles.
- Nunca olvidas los nombres de las mujeres ¿eh? – le dice Yuki.
- Es que me gusta cómo suena – dice Shigure con gesto de Casanova.
- Olvídalo – le dice Yuki.
- ¿Qué estará haciendo aquí a estas horas? ¿Será verdad que vive cerca? Parece mareda – comenta Shigure.
- Ni idea – dice Yuki. – Creo que su madre murió hace unos meses y entonces se mudó – añade pensativo. – Pero no puede ser aquí, estos terrenos son de la familia y…
- Qué cansada estoy… - dice Tooru cuando por fin llega a la tienda. – Ya estoy aquí mamá. Tengo mucho sueño pero antes tengo que hacer los deberes. Me siento mareada,… voy a lavarme la cara para espabilarme – dice cogiendo un recipiente para llenarlo de agua en un riachuelo cercano y sale de la tienda. Cuál es su sorpresa al encontrarse frente a frente con Yuki y Shigure que la miran sin palabras. De pronto Shigure estalla en sonoras carcajadas señalándola con el dedo y sujetándose la barriga de la risa. Tooru está sin habla.
- Te estás pasando Shigure – le dice Yuki serio.
- ¿Así que por eso vives en una tienda de campaña? ¿Y desde cuándo? – le pregunta Yuki una vez que los tres están sentados en el salón de la casa de los chicos. Shigure continua riéndose.
- Una semana, más o menos – responde Tooru.
- Ya me parecía a mí. Toda esta zona es propiedad de mi familia, y no han arrendado ni vendido nada.
- Ah… ¿os… os importa dejarme vivir allí? – les pregunta Tooru un tanto cohibida. – Me marcharé en cuanto terminen las reformas. No tengo mucho dinero pero puedo pagaros algo… Por favor…
- Ese sitio es peligroso: hay corrimientos de tierra y puede aparecer algún maníaco – dice Shigure que ha parado de reírse. – Además una chica no puede vivir tanto tiempo en una tienda… Ah, qué gracia…
- ¿Ya te has quedado a gusto? – le dice Yuki.
- ¡¡Estaré bien, ya me he acostumbrado!! – dice Tooru levantándose de golpe para mostrar sus energías y dejando a los dos primos impresionados. - ¡¡Me sobran los ánimos y la energía para salir adelante!! Por favor… Será so… loooooooooooo… - dice cayendo sin fuerzas de pronto.
- ¡¿Tooru?! - Yuki se acerca a ella. – Tienes fiebre – dice tras tomarle la temperatura. – Ya te dije que tenías mala cara.
- Voy a buscar agua y hielo – dice Shigure y se dirige a la cocina. – Ah… ¿por dónde andará? – dice sin entrar siquiera en la habitación. Tooru se queda de piedra al observar la sala, está tan llena de bolsas de basura que no se puede prácticamente ni entrar, y hay piezas de loza y utensilios de cocina sucios apilados de cualquier forma.
- Un océano de inmundicia – se le escapa de lo horrorizada que está.
- ¡Oh, buena metáfora! – apunta Shigure.
- Aaauuuuuuuuuuuuuuuuuu, aaaaaaaauuuuuuuuuuuuuu, aaaaaauuuuuuuuuuuuuuu – se escucha el aullido de un perro en la distacia. Shigure se pone serio de pronto.
- ¿Lo ves? Acaba de producirse un derrumbamiento… - dice.
- ¿Eh? – dice Tooru sorprendida.
- La tierra estaba suelta por la tormenta del otro día – dice Shigure.
- ¿Co… cómo lo sabes? – pregunta Tooru incrédula.
- Eh… Llámalo instinto animal – dice Shigure poniéndose con aire enigmático.
- Deja de hacer el payaso. ¿Sabes dónde ha sido el derrumbamiento? – le pregunta Yuki.
- No seas tan frío conmigo Yuki – protesta Shigure.
- ¿No será… - dice Tooru preocupada y deseando equivocarse, - cerca de la tienda, verdad?
- Pues claro que no… - dice Shigure – sería mucha casualidad.
Ambos se ríen a causa de la tensión hasta que Yuki dice:
- ¿Y…? ¿Dónde ha sido?
Cuando llegan a la zona de la tienda se encuentran con una colada de tierra que lo ha cubierto todo.
- Es… es terrible… ¡La foto de mamá estaba dentro! – dice Tooru. - ¡Mamá!
- ¿Tooru? – la llama Yuki. – Tranquilízate Tooru, tienes fiebre…
- Pero… Mamá está dentro… - dice escarbando en el barro con las manos. – Te… tengo que sacarla enseguida…
- No te encuentras bien… - dice Shigure sujetándole la mano. – volveremos mañana cuando haya luz. Si hay un segundo derrumbamiento podrías hacerte daño y a tu madre no le gustaría eso. ¿No crees?
Finalmente Tooru accede y vuelven a la casa.
- Yuki ha ido a por un poco de hielo – le dice Shigure a Tooru que está acostada y cubierta con un futón. – Creo que lo que lo que tienes es cansancio más que nada.
- Lo siento mucho – se disculpa la chica. – He vuelto a perder mi hogar – se lamenta.
Shigure se sorprende un poco al escucharla decir esto.
- ¿Estás triste por eso? – le pregunta.
- No,… he vivido cosas… mucho más tristes…
- ¿Por ejemplo?
Tooru no responde enseguida.
- Cuéntamelo – le pide Shigure.
- No pude… despedirme de ella la mañana del accidente… - dice Tooru con expresión triste. – Tenía un examen aquel día, me quedé estudiando hasta tarde y no me desperté. No me despedí de ella cuando salió de casa. Todas las mañanas le decía “hasta la vista”… pero ese día no… En realidad… - continuó hablando Tooru ya medio entre el sueño y la vigilia, - yo quería ponerme a trabajar y dejar el instituto; sin embargo mamá…:
“Sólo estudié hasta el final de secundaria, pero me hubiera gustado ir al instituto. Quiero que tú vayas por mí Tooru, para que puedas disfrutarlo”, me dijo. Sabía que ella trabajaba así de duro por mi bien, pero aquella mañana… ni siquiera me despedí de ella. No pude verla mientras se marchaba al trabajo. Fui una estúpida; aunque me hubieran suspendido, aunque mi casa hubiera volado por los aires… nunca debería haber olvidado que lo importante era ella. Ahora nunca más podré decírselo. Por eso… tengo que ir al instituto, como mamá quería; para conseguir el título. Ese es mi objetivo… Una simple fiebre… no podrá… conmigo… - dice mientras finalmente cae en brazos del sueño.
- ¿Se ha dormido? – pregunta Yuki.
- ¿Estabas escuchando? – pregunta Shigure.
- … No me lo esperaba,… en el instituto se la ve siempre tan animada… Nunca imaginé los apuros que estaba pasando… La admiro mucho.
- ¿En qué la admiras? – pregunta Shigure.
- Yo… me fui de casa porque quería apartarme de la familia… pero he acabado viviendo contigo, que eres parte de ella. Si de verdad hubiera querido irme, me hubiera buscado una tienda, como ella, en algún lugar perdido, donde nadie me encontrase – dice apenado por su propia cobardía. - ¿Estoy muy mimado,… verdad?
- Siempre has sido un señorito Yuki – le contesta Shigure mientras le da un toquecito con el abanico en la cabeza. Además no creo que a ella le guste oírte decir que la admiras por eso.
- No, ¿verdad? – dice echándole una mirada a Tooru. - ¿Te quedas con ella? – dice mientras se levanta y se dirige fuera de la casa. – Voy a salir un momento.
- ¿A dónde vas? – le pregunta Shigure. - ¿A sacar sus cosas? Te acompaño, tú solo no podrás.
- ¿Solo? – Yuki se gira y lo observa con expresión divertida y a la vez un tanto enigmática y siniestra; desde la puerta corredera abierta se observan cientos de pares de ojos del mismo color grisáceo brillante que los del muchacho en la oscuridad. - ¿Se te olvida con quien estás hablando?
- No tardes mucho – lo despide Shigure.
“Tooru… ya vuelves a tener fiebre; no hace falta que me ayudes en casa cuando estés así – me dice mamá. – Limítate a ir a tu ritmo Tooru. Tómate tu tiempo.”
“Algún día… - me dice un niño del que no recuerdo los rasgos mientras me coloca una gorra. – Alcanzarás lo que buscas.”
Pero… si no hago un esfuerzo ahora… acabaré sola y abandonada – pienso con lagrimas en los ojos. De repente me doy cuenta de que todo fue un sueño, un recuerdo del pasado que me visitó esta noche. Me levantó despeinada y desorientada en un cuarto que no reconozco y tardo en ubicarme… - ¡No es momento de dormir! ¡Tengo que ir a desenterrar a mamá! Abro la puerta corredera de golpe y al otro lado me encuentro a Yuki que me saluda sonriendo.
- Buenos días. ¿Cómo te encuentras?
- Mu… bue… Yu… - "muy buenos días Yuki" es lo que pretendo decir pero no soy capaz de hacerlo correctamente.
- Aquí tienes la foto – dice tendiéndome un marco .
- Ah – es lo único que consigo pronunciar por la sorpresa.
- Creo que he sacado todo lo que había – dice señalando las bolsas que están apoyadas en el porche. – Mira a ver si falta algo.
- ¡¿Qué?! – pregunto yo incrédula. - ¡¿Eeehhh?! ¡¿Los has sacado tú solo?!
- Ja ja ja… Claro que no – dice haciéndose el longuis aunque no cuela.
- Pero… ¡¿quién…?! ¡¿cómo…?! – no entiendo nada.
- Es un secreto – dice mirándome con una enigmática sonrisa que me pone la carne de gallina.
- Me… menos mal… ¡¡Muchísimas gracias!! – le digo haciendo una pequeña reverencia.
- De nada… - dice él. – Llevaré tus cosas arriba.
- ¿Eh? – digo yo sin saber a qué se refiere.
- La casa está hecha un asco y vivimos los dos solos… - empieza a decir él, - pero tenemos una habitación de sobra arriba. Puedes quedarte aquí hasta que terminen las reformas en tu casa.
- ¡¡No puedo hacer algo así!! – la sorpresa rápidamente ha sido sustituida por la confusión.
- ¿No puedes? La habitación tiene llave si te preocupa que…
- ¡¡No me refiero a eso!! Es que… - no sé cómo explicarme.
- ¿Qué tal se te dan las labores de casa? – me pregunta Shigure de pronto apareciendo por detrás de mí.
- ¡¡Uah!! – grito yo del susto.
- Limpiar cocinar y esas cosas… - dice él.
- Que susto me has dado… - digo yo. – Mu… muy bien. Me gusta mucho – es lo único que hago bien. - ¿Por qué…?
- ¡Bienvenida al hogar de los Soma! – dice Shigure con una amplia sonrisa. – La habitación lleva mucho tiempo cerrada, será mejor que abras las ventanas. ¡Aquí tienes una copia de la llave de casa! Tú búscale una muda Yuki, todas sus cosas están llenas de barro. Yo llevo las bolsas – se lo ve muy feliz.
- No… Si yo no… - no soy capaz de coordinar mis pensamientos. - ¡¡No puedo aceptarlo!! ¡¡Ya me habéis cuidado cuando estaba enferma!! ¡¡No puedo abusar de vuestra hospitalidad!!
- Tooru – me dice Yuki, - piensa que nos haces un favor quedándote aquí. No te preocupes, no eres ninguna molestia.
- Pero… - digo yo aún sin poder creérmelo.
- Además, ¿a dónde vas a ir si no?
- En ese caso – digo yo convencida con sus argumentos y un poco avergonzada de reconocer que tiene razón, – si no molesto… ¡Cumpliré con todas las normas de la casa!
- No te preocupes por eso – dice Yuki conduciéndome al cuarto mientras me enseña que es cada habitación. – Limítate a ir a tu ritmo. Tómate tu tiempo Tooru. Estás en tu casa. – me sorprenden sus palabras; eso era exactamente lo mismo que me decía mi madre “Límitate a ir a tu ritmo, Tooru”.
- Lo haré lo mejor que pueda…
- Que no hace falta mujer…
Yuki Soma es un chico extraño…
- ¿Así que era yo el que lo hacía sencillo, eh? – le dice Shigure a Yuki. - ¿Sabes lo que significa vivir con una chica aquí?
- No te quejes que tú te has alegrado mucho – dice Yuki. – No pasará nada… mientras no se nos eche encima…
Todo… ha ocurrido tan deprisa. Es como estar viviendo un sueño.
- El aire está enrarecido, abriré la ventana – dice Yuki. Desde la puerta de entrada de la que va a ser mi habitación me siento extraña.
¡Estoy en casa del mismísimo Yuki Soma! Y llevo puesta su ropa… Ahora que lo piensa… ¿Dónde estarán sus padres? ¿No viven aquí? ¿Estará bien que me quede aquí? Tanta suerte no puede ser verdad – pienso sintiéndome culpable de pronto. De pronto un fuerte sonido de algo rompiéndose me devuelve a la realidad.
- Buenas… - le dice a Yuki la persona que se encuentra frente a mí pero que no me ha visto pues me da la espalda. En el techo ha aparecido el agujero por el que se ha colado este extraño chico de pelo naranja. - ¿Me estabas esperando, rata asquerosa?
¡¡¡¡Eeeehhhh!!!! ¿¿No se ha hecho daño al entrar por el techo?? ¿¿Quién es??
- Menudo desastre. ¿Tienes que romper algo cada vez que vienes? – le dice Yuki que parece un tanto molesto. - ¿Por qué no te rindes de una vez? Total, eres un debilucho – dice con la mirada de desprecio más profunda que le he visto jamás.
- ¡Si te crees que soy igual que antes, te vas a llevar una buena sorpresa! – dice el otro chico que parece que no soporta el tono de Yuki. - ¡¡Porque hoy pienso partirte esa cara bonita!! ¡¡Vamos allá!! – dice dispuesto a comenzar la pelea.
- ¡Un… un momento! ¡Por favor! – digo tratando que el combate no comience y acercándome a los chicos, pero sin querer tropiezo con un trozo de madera del techo que se había roto y caigo sobre el chico del pelo naranja.
- ¡¡Uuuaaaahhh!! – sin querer, instintivamente, lo agarro para no caerme al suelo
- ¡¿Eh?! – dice él sonrojándose al darse cuenta de la situación, le he pillado por sorpresa pues no me había notado allí.
- ¡Ah! – Yuki también pone cara de apuro.
Caigo al suelo y no siento que la caída haya sido amortiguada por el chico.
“Entonces… el gato que se había quedado sin ir a la fiesta… se puso furioso cuando descubrió el engaño…”
- Yuki… ¿qué ha sido ese estruendo? – pregunta Shigure. - ¿Ha venido Kyo?
- ¡Ah! – digo yo incorporándome. - ¡Lo… lo siento muchísimo! ¿Te has hecho da…?
Se escucha un zaaaasss
“… y decidió perseguir al ratón hasta el fianl de los tiempos”.
- Uyuyuy – dice Shigure con cara entre apurada y divertida.
- Ese estúpido gato… - dice Yuki apoyado con resignación en el hombro de Shigure.
Ante mí sostengo al chico al que me había sujetado para no caer, pero ya no es un chico, se ha convertido en un gato naranja que me observa con enfado. Mi sorpresa no se puede expresar con palabras.
Aish... que recuerditos. Tengo mi copia bien guardada en casita! :)
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