COFFEE PRINCE (Lee Sun-min)
Prólogo
Un coche índigo de marca extranjera se detuvo delante de la tienda. El señor Hong, que acababa de abrir la cafetería, paró de limpiar y miró como un hombre con cazadora de cuero beige salía del interior.
“¿Fíjate en su forma de vestir? Y maldita sea, ese es un buen coche.”
Pensó que el hombre seguramente no podía tener cualquier tipo de negocio cerca de allí, cuando de pronto éste miró hacia la tienda. No, más bien fulminó la tienda con la mirada.
El hombre miró el chapucero letrero y las cortinas de plástico rosa estampadas que cubrían las ventanas y puso una cara como si no pudiera creer lo que veían sus ojos.
El hombre miró el chapucero letrero y las cortinas de plástico rosa estampadas que cubrían las ventanas y puso una cara como si no pudiera creer lo que veían sus ojos.
“¿Qué, demasiado hortera para ti?” Los esfuerzos del señor Hong frunciendo el ceño no consiguieron provocar el efecto de una mirada mezquina. El tiempo y la edad habían bajado sus párpados hasta parecer un mongoloide del sur. Como un silencioso cachorrillo.
“Deja de quedarte boquiabierto ¿quieres? Me das repelús. Shoo, shoo. No te venderé café, ya verás si lo hago.”
Al ver al señor Hong murmurar para sí mismo, el hombre puso cara condescendiente y sacudió la cabeza. Su expresión semejaba gritar “Preferiría beber el café barato de máquina de la estación de autobús que beber el que venden aquí.” Aún así, caminó hacia la tienda. Paró para leer el letrero de “Se necesita ayuda” colocado delante de la puerta de cristal antes de entrar.
¿Quieres trabajar aquí? ¿Tú? Ni en broma. No a tu edad.
“No estamos abiertos todavía,” – era lo que el señor Hong estuvo a punto de decir, pero antes de que tuviera oportunidad, tuvo que entrecerrar los ojos. Quizás fuese porque el hombre estaba a contraluz, pero le pareció que había un halo brillante tras su cabeza. Era tan deslumbrante que el señor Hong no podía mirarlo apropiadamente. Perdió la oportunidad de hablar y antes de que se diera cuenta, el hombre ya había tomado asiento en una mesa a lado de la ventana.
“Café, por favor.”
“Oh, por supuesto.”
Fue un acto reflejo. “Maldita sea, eso no era lo que quería decir…” pensó el señor Hong al entrar en la cocina. El reloj de cuco que colgaba de la pared empezó a sonar. Las 11 en punto. Ahora no podría decir que la tienda aún no estaba abierta. Después de todo, el letrero de la puerta decía, “Hora de apertura; 11 en punto.”
El hombre era un joven dandi sofisticado de los que raramente se veían en aquel vecindario. Era atractivo y tenía unos rasgos muy bien perfilados. ¿Veintisiete? ¿Veintiocho? Miraba al exterior de la ventana con sus largas piernas cruzadas. Sus facciones eran bastante afiladas y frías, sin embargo existía un aire arrogante a su alrededor. El tejido de sus pantalones parecía como si fuera mejor para fabricar pañuelos de mujer que pantalones de hombre, y su cazadora de cuero se ceñía a su cuerpo como si fuera su propia piel. No solo eso, sino que sus pantalones en los muslos parecía tener menos de seis pulgadas de ancho. ¿Cómo demonios hacía para meter sus piernas en ellos? ¿Qué era, un friki? No entiendo que pasa con el mundo hoy en día. ¿Llamarías a eso una pierna de hombre? ¡Maldita sea, maricón!
El señor Hong separó su regordete brazo del cuerpo para servir café. Colocó la taza delante del joven dandi.
“Disfrútelo.”
El joven dandi ni siquiera alzó la vista. Desde más cerca, olía a perfume.
“¿Qué clase de hombre…?” pensó el señor Hong mientras arrugaba la nariz. Justo en ese momento notó la mirada fija del joven y se estremeció. Rápidamente forzó una sonrisa, pero el Chico Dandi estaba mirando más allá de él, hacia en fondo. Estaba mirando la cocina, la pared, el suelo. Puso la misma expresión que mientras se encontraba fuera del local.
¿Qué es esto, una pocilga? ¿Una cuadra? Era lo que decían sus ojos. ¿Y qué? ¿Qué tiene que ver contigo? Deja de quedarte boquiabierto, chico. Si eres un cliente, sólo compórtate como tal, bébete tu café y lárgate de aquí. ¿Qué te crees que estás haciendo, mirando de esa forma todo a tu alrededor? ¡Hey! ¿Quién te crees que eres, para echarme otro vistazo? ¡Soy el propietario! ¿Qué sigues mirando fijamente? ¿Qué, te gusta mi estilo, verdad?
El señor Hong fue sacado de su silencio y de su petulante ensoñación por algo que centelleó alrededor de una de las manos del Chico Dandi, la que extendió para levantar la taza, era un brillante reloj. El señor Hong, que había planeado regresar a la cocina, se acercó al hombre como si fuera atraído hacía él por algún tipo de fuerza.
“Uh… No… parece… que seas de… por aquí… …”
El reloj, que emitía una luz dorada blanquecina, era de una famosa marca suiza. El señor Hong reconoció la marca, incluso aunque sólo había oído sobre ella (pues no dejaba de ser una persona un poco humilde).
“¿Vino aquí para reunirse con alguien?”
“Sí. ¿No hay otros empleados?” preguntó el Chico Dandi, girando la taza con el borde de los dedos.
“Oh, sí, había, pero lo dejaron hace algún tiempo. Ese es el porqué del letrero de allí. Se busca un trabajador a tiempo parcial.”
Con “hace algún tiempo”, el señor Hong se refería a hacía ocho meses. Había un trabajador que terminó dejándolo porque el negocio iba bastante mal. De hecho, el negocio iba tan mal que el señor Hong podía hacer todo el trabajo por sí mismo y todavía tenía que matar el tiempo libre, y era difícil de todos modos ya sólo para pagar el alquiler. Así que puso la tienda a la venta, pero durante dos meses sólo había habido absoluto silencio. Finalmente, hacía pocos días, alguien había reclamado el local y firmado el contrato, pero el señor Hong todavía no le había contado esto a su familia.
Estación de servicio de carretera, mi trasero. En los 39 años de mi vida, nunca he hecho nada más sino vender café.
“¿Así, que usted limpia el local, hace el café, lo sirve, y cobra el dinero? ¿Todo usted mismo?”
“Tengo que hacerlo. ¿Qué más podría hacer? ¿Sabe lo difícil que es encontrar un trabajador a tiempo parcial honesto y trabajador hoy en día?”
“Es todo un multi-tareas.”
“Ha ha, tengo toda una variedad de talentos,” rió el señor Hong torpemente.
“¿Y, en dónde estudió preparación de café?”
¿Qué? ¿Se necesita un certificado para preparar café?
“No estudié en ningún sitio, pero tengo mucha experiencia. Trabajé a tiempo parcial en una cafetería mientras estaba en la universidad. Es más familiar para mí de lo que lo era mi comandante. Ha ha.”
“¿Desde cuándo ha tenido este local?”
“Este es el tercer año. El sitio no es demasiado bueno.”
“Así que sabe eso. De todas formas ¿el sitio no es el único defecto, no? ¿Cuál era esa expresión sobre el carpintero que culpaba a su cincel…?”
¿Qué demonios estás diciendo, chico?
“Sí, el año pasado algunos bancos y compañías financieras se establecieron por los alrededores. Pero ¿qué tuvo eso de bueno? Ese Bucks y Seattle de allí mataron al campo. No sólo eso, sino que cantidad de supermercados se cargaron los pequeños negocios cercanos. Fíjese, esto es lo que está mal con nuestro país. ¿No debería el pueblo apoyar y respaldar primero a las pequeñas empresas? Sólo después puede prosperar la economía común, y sólo cuando prospera la economía común puede nuestro equipo de fútbol llegar a la Sweet Sixteen, ¿No piensa así? Después de todo, la parte más importante, sea del individuo o de un país, es la base de la espalda, ¿no lo cree? ¡Ha ha ha!”
El Chico Dandi no se rió. El señor Hong estaba avergonzado.
Dandi giró la taza otra vuelta con las yemas de los dedos, después inspeccionó el platillo, el borde, la cucharilla, y los terrones de azúcar por turnos. Después, levantó su taza como si estuviera catando vino. El señor Hong contuvo el aliento, nervioso por alguna razón. No sabía por qué sentía como si su pecho estuviera encogiéndose sobre sí mismo. Se descubrió mirando fijamente los labios del Chico Dandi. Sabía que era extraño mirarlo tan fijamente, pero no podía apartar la mirada. El Chico Dandi estaba mojando apenas los labios con el café.
El señor Hong quería preguntar, “¿Cómo le gusta el café?” pero las palabras volvieron a descender por su garganta. Dandi estaba haciendo una mueca de disgusto. Apartó la taza de los labios y después intentó tomar otro pequeño trago, y después dejó la taza en la mesa como si no quisiera volver a verla de nuevo nunca.
¡Qué demonios! ¿Cuál es el problema contigo?
El señor Hong empezó a molestarse. Por lo menos, estaba orgulloso de preparar tazas de café decentes.
“¿No le gusta el sabor?” El señor Hong forzó una sonrisa.
“Sabe como hojas de arce hervidas.”
“¿Huh?”
“Supongo que si se hirvieran tiempo suficiente, se volverían de este color, ¿correcto?” dijo el Chico Dandi inexpresivo. Eso molestó al señor Hong incluso más. Justo después la puerta se abrió de golpe.
“¡Ahjussi! ¿Ha visto a En Se?” El chico que había irrumpido gritando y sudando era En Chan.
“No la he visto. ¿Por qué?”
“Se saltó las clases para ir a algún tipo de audición. ¡Por dios! ¡Cuando te coja! ¡Meteré tu cara en el váter!” La voz del chico sonaba como un supervisor de la obra después de unas copas de más. “¡Esa niña imprudente incluso huye con los zapatos de un profesor! Estaba diciendo que sólo los tomó prestados, pero ¿quién creería eso? Si huyes con algo sin decirlo, es robar. ¡Va a aprender una lección esta vez!”
“Sí, bien, el mundo entero sabe que si Ko En Se tiene algo, son agallas.”
“Maldita sea, ¡De dónde proviene de todos modos! Me refiero, sé qué es muy extraño que yo saliera del vientre de mi madre, pero que ella lo hiciera es una maldita maravilla del mundo. Si quiere algo, pierde la cabeza. Incluso, se cuela en la sala de profesores para coger los zapatos de su profesor… ¡Maldita sea!
El señor Hong estaba siendo arrastrado por la emoción de En Chan.
“¿Por qué no intentas ir al sitio de la audición? ¿No estaría ella allí?”
“¡Acabo de venir de allí! ¡¡¡Grrr!!!” En Chan había irrumpido en el local llevando un jersey sobre un traje de entrenamiento de Taekwondo. A pesar de que era marzo, todavía nevaba a tempranas horas de la mañana, y el viento era frío. Aún así, la frente de En Chan brillaba por el sudor. En Chan se inclinó sobre el grifo y bebió el agua directamente de él. Después de tragar y eructar, se limpió la boca con la mano.
“Su número en la audición era el 1, así que se fue primero. Al parecer, era una mierda de show. No tengo ni idea de por qué esa niña que canta perfectamente bien en casa siempre la lía en las audiciones. Suena como si recitara mantras Budistas o algo. Dicen que renunció a la mitad y acabó desesperada. Su amiga corrió a buscarla, pero no pudo encontrarla.”
“Es una pesadilla, esa chica.”
“De cualquier modo, si la ve, avíseme inmediatamente. Incluso si tiene que romperle las piernas manténgala aquí, ¿de acuerdo?”
“Bien, no sé si seré capaz de retenerla, pero lo intentare.”
“Ok, gracias.” En Chan se fue corriendo antes de que el señor Hong pudiera responder. Incluso después de su partida, la tienda vibraba con la energía y la emoción que En Chan había traído.
“Ese muchacho…” El señor Hong sabía que tras aquellas duras palabras, a En Chan le importaba En Se, y aquella era la razón de la frenética búsqueda. Queriendo ser de alguna ayuda, al señor Hong se le ocurrió llamar al ciber-café que En Se frecuentaba. Pero de nuevo, era probable que En Chan hubiera revisado allí también… De pronto la puerta se abrió de nuevo.
“Hey, míster, ¿está buscando un trabajador a tiempo parcial?” El señor Hong miró a En Chan, quien según creía ya se había ido.
“¿Huh? Oh… sí…”
“¡Debería habérmelo dicho antes! ¿No sabía que estaba buscando un trabajo?”
De pronto, el color comenzó a circular por la cara de En Chan. Sus negros ojos brillaban en su blanca cara. La actitud de En Chan era complicada y temeraria, seguro, pero su rostro, por lo menos, era el de un niño bonito. No había una sola chica en el vecindario de la escuela que no conociera a Ko En Chan. Solían apiñarse alrededor de la puerta del dôjo de Taekwondo, incluso cogiendo número solo para echar un vistazo. La popularidad del chico rozaba la ridiculez.
“¿Qué es esto? ¿Qué pasa con estos requisitos? ¿5’9’’ de altura mínima? Hmm…cerca nuff. Sigo creciendo, ya ve. No lo he comprobado recientemente, pero probablemente estoy alrededor del 5’8’’. Está bien si redondeamos al alza, ¿no?”
“Uh, si. Escucha…”
“<Cuerpos atractivos, caras atractivas,> aprobado.” La cara de En Chan giró bajo los ojos del señor Hong como si estos fueran cámaras. “Ha escuchado, supongo, que fui votado la Cara más Atractiva nueve semanas seguidas en una página web, ¿verdad?”
“Lo he oído, sí.”
“Lo ha oído porque es verdad. Incluso si fue hace tres años.” En Chan continuó leyendo el anuncio colocado en la puerta de cristal línea a línea.
“<Sonrisas matadoras, sonrisas angelicales,> aprobado. Eso es fácil. Siguiente. <Popular entre las mujeres mayores,> aprobado, aprobado, aprobado. Comprobado. Ha ha, ¿qué es esto? ¿<Debe tener un talento especial>, <no puede tener novia>? ¿Cuál es en punto de ser tan exigente? Hey míster, ¿Ha montado una agencia de talentos? ¿Está intentando reclutar algunas celebridades?”
“N-no… No es eso…”
De hecho, el contenido del anuncio había sido enviado al señor Hong vía e-mail por el nuevo propietario del local. En Chan leyó incrédulamente la lista de requisitos. Cuando lo recibió, al principio, el señor Hong había estado igual de asombrado que En Chan ahora, había pensado lo mismo.
¿Qué es esto, una agencia de talentos?
“Cinco dólares la hora. ¿Q-qué? ¿De verdad? ¿Comida, cena, Y cinco pavos la hora? ¡Woah! ¡Eso es el doble de lo que gano ahora! Míster, contráteme, ¿lo hará? ¡Incluso empezaré mañana! ¿Por favor? ¿Por favor?”
“Hey, hey, hey, echa un vistazo más de cerca. Sólo se contratan h-”
“En otras palabras, tengo que ser todo un macho. Hmm… Este trabajo fue hecho para mí.”
El señor Hong se había quedado sin palabras. En el anuncio en blanco y negro decía que el nuevo propietario sólo estaba buscando hombres. ¿Nunca se había mirado En Chan en el espejo después de darse un baño? Era casi triste como una chica de veinticuatro años podía estar tan confundida sobre su propia identidad. Podía incluso ser que realmente pensase que era un hombre.
“Los negocios deben ir bastante mal, ¿huh? Ha comenzado a usar métodos algo extraños.”
“Ese no es mi anuncio.”
“¿Huh? ¿Entonces, de quién es? ¿De otro local?” En Chan repentinamente le lanzó al señor Hong una mirada penetrante mientras se acercaba a él. Entrecerró los ojos y susurró, “Un club de hosts (bar de anfitriones), ¿quizás?”
“Hey, deja de decir sinsentidos. ¿Pagarían cinco dólares la hora en un club de hosts?”
“Bueno, me refiero, ya sabe, cinco la hora como cubierta, ¿entiende? Eso, sin incluir las propinas…”
“¿Por qué? ¿Preferirías trabajar en un club de hosts?” una voz sarcástica intervino. Sorprendidas, las cabezas del señor Hong y de En Chan se alzaron bruscamente y se volvieron hacia el Chico Dandi. Este estaba tendido arrogantemente en la silla. Descruzó las piernas y se levantó. Estiró su cuerpo como si reforzara su estatura y caminó hacia ellos.
“¡¡¡Aa…aaaarrggh!!!” En Chan rugió de pronto como King Kong, y el señor Hong, cuya oreja había desafortunadamente estado directamente bajo su boca, calló de culo en el suelo. Su corazón dio un vuelco y sus oídos pitaron. Una pálida En Chan estaba mirando fijamente al Chico Dandi. Después dijo incrédula,
“¿El pervertido babosa de repollos?” La mirada de Chico Dandi repentinamente se volvió violenta. Después, con expresión que podía no ser distinguida entre una mueca de desprecio o una mirada feroz, fue hacia ella.
“¿Qué pasa con ese traje de entrenamiento? ¿Estás tratando de demostrar tu fuerza física superior en los shows callejeros estos días?”
“¿Qué? Tú hijo de --”
“O ¿es ese un uniforme de lacayo?”
En Chan se acercó con ambos puños cerrados. Sendos fuegos ardían en sus ojos, y parecía que golpearía con su pie en cualquier momento. Incluso el señor Hong podía entender por qué.
¿Cómo se atreve a llamar al digno traje de un maestro de Taekwondo un uniforme de lacayo? Ese hombre que seguramente tiene habilidad con las palabras.
“Ha, muy mono, ¿no lo eres? Tu complexión no está mal tampoco.”
“¿Qué está haciendo aquí, joven maestro, señor? ¿No se herirán sus pies si camina descalzo por estos suelos toscos y sin moqueta?” se burló En Chan. El hombre no pestañeó ante el comportamiento maleducado de En Chan.
“Es correcto, llevo unos zapatos particularmente excelentes. Zapatos tan caros que tú no podrías poseer incluso si murieras y volvieras a la vida. Pero zapatos aparte, has estado mirándome desde hace algún rato. Hey, niño, relaja esos ojos; tú, pequeña sanguijuela.”
“¿Tienes algún problema? ¿Quieres ir?”
“¿Ir? ¿Ir adónde? ¿Al mercado? ¿Al patio? No te engañes, chico. Si quieres conseguir un trabajo, sería mejor que cambiaras esos ojos, pequeña sanguijuela.”
“¡Qué!”
Chico Dandi se burló y se giró hacia el señor Hong.
“Soy Choi Han Kyul. Firmé el contrato hace unos días.”
“Oh… sí…” El señor Hong se encontró a sí mismo estrechándose la mano con el hombre. Entonces finalmente se dio cuenta cuando vio al Chico Dandi caminar hacia la cocina. El nombre del hombre que había firmado el contrato en el lugar del propietario era Choi Han Kyul.
“¿Qué? ¿Qué pasa con este, míster? ¿Qué está diciendo este pervertido babosa de repollos?”
“¿Huh? Oh, sí… Creo que está diciendo que él es el dueño del local…”
“¿Quééééé? ¡Ha! Vaya tontería. Ese idiota posiblemente aún está sufriendo el jet lag o algo así.”
“Bueno, vendí el local.”
“¡¡M-míster!! ¿¿¡¿Está bromeando…verdad?!??”
¡Muy bueno! Espero que sigas subiendo más capítulos. Estaré encantada de leerlos.
ResponderEliminarMe alegro de que te guste, intentaré tardar lo menos posible, aunque conociéndome... Pero bueno, de verdad que lo intentaré.
ResponderEliminar¡Sin prisa pero sin pausa! Yo también soy bastante desastre... ^^Uu
ResponderEliminar